domingo, 28 de febrero de 2021

La Revelación de Jesucristo (Ap. 1:1-18)

 

Sermón de David Rivero. 28/02/2021

Título: La revelación de Jesucristo.

Lectura: Apocalipsis 1:1-18


Aclaración: Estas notas han sido recogidas “sobre la marcha”, por lo que pueden contener algún error de transcripción. Ante cualquier duda, acudir al sermón original publicado en la sección “Audios/Videos” de la página web de la Iglesia Bautista Alameda de Osuna: http://www.ibao.es


Introducción.

Lectura: Rev. 1:1-18

La Biblia entera está llena de Cristo, desde el A.T. hasta el N.T. Miremos donde miremos, toda la Biblia habla de Jesucristo, y aquí lo hace de una forma gloriosa.

El protagonista de este libro, no es Juan, ni es el mensaje, “La Revelación”, sino que es Jesucristo, y eso queda patente desde la primera línea.

Con esto en mente, hoy vamos a ver los siguientes puntos, que representan la enseñanza de Dios contenida en este mensaje:

1. El principio de la revelación (Ap. 1:1-3)
   1.1. El título del libro
   1.2. La comunicación del libro
   1.3. La bendición del libro
2. Un Evangelio glorioso y un Salvador glorioso (Ap. 1:4-18)
   2.1. El glorioso Evangelio de Dios
      2.1.1. Su origen y resultado
      2.1.2. Deriva de la Deidad
      2.1.3. Centrado en Jesucristo el Señor
      2.1.4. Apunta a Su venida
   2.2. La visión gloriosa de Cristo

======================================

1. El principio de la revelación (Ap. 1:1-3)

  1.1. El título del libro

Las primeras palabras y las últimas palabras de cualquier discurso suelen ser las partes claves y son muy importantes. 

En este caso, las primeras palabras nos muestran el título del propio libro: Revelación. Pero ¿De qué tipo? Revelación es quitar el velo (literalmente) y en este caso es dar a conocer algo que está escondido, es que Dios nos ha dado a conocer algunas cosas que los hombres ni siquiera hubieran pensado en ello, no se habrían dado cuenta de que existe o podría haberlas llegado a conocer.

En este libro se nos presentan cosas asombrosas y maravillosas que nuestro razonamiento y pensamiento podrían alcanzar a conocer o descubrir. A quien se revela es a Jesucristo.

¿Qué significa el “de” en “La revelación de Jesucristo”? No habla de que la revelación pertenezca a Jesucristo, sino que habla de que la revelación habla de Jesucristo, lo que se revela, lo que descubre es a Jesucristo.

Así que vamos a descubrir y vamos a hablar de Jesucristo en cada uno de los estudios de Apocalipsis. Y ¿Cómo vamos a presentar a Cristo? Pues se le presenta como salvador (v.4), como Dios mismo (v.5), como la cabeza de la Iglesia (Rev. 2:1). 

También, en Ap. 17:12 se presenta a Cristo como el Señor y el Rey sobre toda potestad humana.

¿Qué más se dice de Cristo? Se dice que está preparando un banquete de bodas a la que estamos nosotros invitados (Rev. 19:9). Por tanto se presenta como un esposo que viene a recoger a su novia. ¿Y cómo viene? Vendrá en las nubes y todo el mundo le verá.

En Rev. 22:20 se dice que este Cristo vendrá en breve y la iglesia responde “Sí, Amén, ven Señor Jesús”.


   1.2. La comunicación del libro

El autor, como el resto de la Escritura, es el que da esta revelación de Jesucristo.  Las declaraciones son de parte de Dios, hablando de Cristo, notificando a través de señales y símbolos, lo que está siendo y lo que va a ser.

Así, la revelación la da Dios, se la da a un ángel y ese ángel se la da a Juan. Así, el autor físico es Juan, pero siendo inspirado por parte de Dios.

¿Quién este Juan? Es el discípulo amado, el que se recostó sobre Cristo en la última cena, y el que escribió el Evangelio y las tres cartas del Nuevo Testamento.

Él fue uno de los que quedó cuando Cristo fue llevado al Calvario y fue uno de los que primero llegó a la tumba vacía. Vivió junto a Cristo y estuvo presente en momentos clave como la transfiguración.

Este es el que da ahora testimonio de este mensaje.


   1.3. La bendición del libro

Este, además, es un libro que promete bendición al que lo lee. Bueno no sólo al que lo lee, sino al que oye y al que guarda sus enseñanzas.

Psa. 119:11 el salmista hace hincapié en esta misma idea. No se trata de leer el libro, sino que hay que poner empeño en la lectura. Hay que leerlo, interiorizarlo y luego hay que vivirlo, como dice en Col. 3:16.

La bendición requiere tomarlo de forma personal y hay que obedecerla, porque el que sólo la oye se engaña a sí mismo.

Conocer a Cristo y el Plan de Dios, trae confianza, consuelo y paz a los que creen en esta revelación, a los que creen y viven con confianza el contenido de este mensaje.

El hecho de que Dios haga esta revelación, nos indica que Dios está en control de todas las cosas. No vivimos en un mundo que va sin rumbo y a la deriva. Todo lo que sucede se dirige hacia un propósito (Rev. 11:15)

Realmente no nos gobiernan los que parece que nos gobiernan. El que gobierna es Dios. 

Y esta Revelación de Jesucristo habla de las cosas que ya están sucediendo y de las que van a suceder en breve (vv. 1 y 3). No se trata de que saquemos un calendario y nos pongamos a hacer cábalas sobre cuándo será la fecha concreta en la que esto o aquello sucederá. Se trata de ser conscientes de que el contenido de este libro es pertinente y útil para los cristianos de cualquier época. Fue pertinente para los cristianos del primer siglo y es pertinente y práctico para nosotros hoy.

Pero tenemos que tener en cuenta que los tiempos de Dios no son como los tiempos del hombre. La manera de llevar el tiempo de Dios no es la manera de llevar el tiempo del hombre (2 Pe. 3:8 ss). A veces parece que Dios va demasiado lento, pero sabemos que en cualquier momento, el día del Señor vendrá. Y cuando suceda será “como ladrón en la noche”, y esto es un ánimo para la Iglesia de todos los tiempos.

Si este libro sólo tuviera que ver con lo que sucederá en los últimos de los últimos tiempos, ¿Qué relevancia hubiera tenido para los cristianso del S. I? Sabemos que este libro ha sido siempre pertinente y útil para los cristianos de todos los tiempos.


2. Un Evangelio glorioso y un Salvador glorioso (Ap. 1:4-18)

En los v.4 y 9-10 se nos dan algunos detalles. Sabemos que Juan, el autor, estaba en Patmos, una isla dedicada a los exiliados, y que recibió esta revelación en el día del Señor. 

¿Cuál era su estado personal? En el v. 10 se nos dice que estaba “en el Espíritu” y también se dice a quién estaba dirigido este mensaje, ya que es una carta.

Patmos es una pequeña isla griega. Juan estuvo liderando la iglesia de Efeso, a unos 100 Km. de la isla donde estaba ahora exiliado. Juan no recibió la revelación cuando estaba pastoreando a la iglesia de Éfeso, sino que lo recibió estando sólo y exiliado en Patmos.

¿Cuándo lo recibió? Pensamos que fue al final del S.I (bajo el mandato de Domiciano) cuando, por la persecución de Domiciano se le exilia por causa de la fe a Patmos.

Y esta carta se envía, entre otras, a la iglesia de Éfeso que tan bien conocía Juan, ya que la había pastoreado por años.

Así pues, en aquel lugar alejado, estando en soledad, el primer día de la semana, estaba Juan “en el Espíritu”. ¿Qué quiere decir esto? Quiere decir que todo esto no es algo que Juan viera con sus ojos físicos u oyera con sus oídos, sino que es algo que el Señor le comunica a través del Espíritu. Juan está en conexión con Dios y es ahí donde Juan vislumbra este mensaje que sirvió para su consuelo personal pero que también tenía que ser enviado a otras iglesias.


   2.1. El glorioso Evangelio de Dios

      2.1.1. Su origen y resultado

El evangelio tiene su origen en la gracia y tienen como resultado la paz (v.4). Este es el mensaje, un mensaje de gracia y paz para aquellos que lo que merecían era la ira de Dios y la condenación. 

La gracia de Dios es la salvación a través de la obra mediadora de Cristo. Y de la gracia pasa a la paz. ¿Cuál es la evidencia de que hemos restaurado nuestra relación con Dios? La paz. Ahora podemos ir delante de Dios con la certidumbre que no siendo merecedores de ella, alcanzamos la gracia de Dios, y por ello estamos agradecidos.

La paz siempre es consecuencia de la gracia: Rom. 5:1.


      2.1.2. Deriva de la Deidad

¿Cómo fluye esta gracia y esta paz? Sucede de arriba hacia abajo. Al hablar de la deriva del mensaje, se incluyen a las tres personas de la trinidad. De hecho, el Espíritu Santo se menciona como “los siete espíritus que están delante del trono”. 

Vemos que primero se menciona a Cristo, luego al E.S. Y por último a Dios. ¿Por qué vemos esto en este orden? Sabemos que el tabernáculo era la “sobra” de las cosas de Dios (Heb. 8:5) y allí primero estaba el Altar del Sacrificio (Cristo), luego estaba el Candelero (Espíritu) y luego el Arga del Testimonio (Dios Padre).


     2.1.3. Centrado en Jesucristo el Señor

Y el mensaje esta centrado en Cristo y en su eternidad (Aseidad de Cristo). Cristo es el que es, el que era y el que ha de venir, y como antes mencionábamos, esto nos calma por saber que Dios es el que está en control de todas las cosas, estuvo desde el principio en control, y estará en control hasta el final. 

Cristo no es un maestro ni un profeta, es Dios eterno.

De Cristo se dan tres títulos: Testigo Fiel, Primogénito de los muertos (1 Co. 15, lo cual es nuestro consuelo y nuestra esperanza) y Soberano de los reyes de la tierra (Rev. 19:16). 

Y ante este Cristo estamos todos en deuda, y es en Cristo es el que estamos completos, porque, como se dice en el v.5 y 6, en él hemos sido lavados, hemos sido amados y hemos sido hechos reyes y sacerdotes.


      2.1.4. Apunta a Su venida

La vida no va sin rumbo, a la deriva. Este mundo no terminará desapareciendo sin más. Cristo volverá y se hará notar cuando venga y afectará a todas las personas. Y va a venir a recoger a todos los que pertenecen a su pueblo, pero también vendrá a juzgar a los que no son de su pueblo (Zac. 12:10).

Algunos se alegrarán y otros llorarán y se lamentarán. Tomemos esto en cuenta, porque nuestros días no están en nuestras manos y no sabemos si habrá tiempo para reconciliarnos con Dios. Hoy es el día del arrepentimiento y de cambiar nuestras vidas para seguir a Dios (2 Th. 1:6-10)

La vida nos va en ello y por eso este mensaje nos importa.


   2.2. La visión gloriosa de Cristo

Mientras Juan está extasiado, oyó un sonido de trompeta. Este es el sonido que se oía en el pueblo de Israél cuando era llamado a una fiesta solemne o a la convocación por algo.

Y Juan, en Patmos, reciben una revelación y Juan se fija en la gloria de este Señor que se le estaba presentando en visión. ¿Cómo reacciona Juan? Cayó como muerto a sus pies por temor y reverencia. Y Dios se acercó y le dijo “no temas”. 

La presencia de Dios es algo que hay que temer, pero este Dios al que tememos, es al mismo tiempo el Dios que, en lugar de aplastarnos con su pie, nos cuida y que nos ama.

¿Qué visión tenemos nosotros de Dios? Cuando dejamos de ver a Dios como la autoridad final, como el que gobierna este universo, dejamos de temer a Dios, pero cuando conocemos a Dios caemos a sus pies temerosos por su poder, pero confiados y en paz por su amor y misericordia.

Miremos esta descripción de forma global: Es el Dios de Siempre, y su descripción habla de su pureza, de su sabiduría, de su poder, de su deidad, de que todo lo ve y todo lo sabe, de que su palabra nos atraviesa por su autoridad y poder, que su caminar no hay quien lo pare, de que sus planes no se detendrán...

Ese es el Dios que vio Juan. Ante esto ¿Qué podemos decir? Sólo, “Gracias Dios por haberte revelado a nosotros”. Este Dios es el que vivió y estuvo muerto y ahora vive eternamente y, más importante, Cristo es el que tiene las llaves del Hades. Este Señor es el que tiene poder para sacarnos del Hades y nos lleve a pasar la eternidad junto a Él, o el que cierre la puerta y nos deje allí para siempre.

Busquemos a Dios y arrepintámonos. Busquemos su paz, en oración y lectura de la Palabra de Dios cada día.

No hay comentarios:

Publicar un comentario