domingo, 13 de diciembre de 2020

El Guerrero Celestial (Isa. 63:1-65:16)


Sermón de David Rivero. 13/12/2020

Título: El Guerrero Celestial.

Lectura: Isa. 63:1-65:16


Aclaración: Estas notas han sido recogidas “sobre la marcha”, por lo que pueden contener algún error de transcripción. Ante cualquier duda, acudir al sermón original publicado en la página web de la Iglesia Bautista Alameda de Osuna: http://www.ibao.es


Introducción.

Lectura: Isa. 63:1-65:16.

El Señor nos deja su palabra para hablarnos de su plan de redención. Y en esa Palabra está la buena noticia, pero también las advertencias que Su pueblo tiene que escuchar (Rom 11:22)

Todos estamos condenados al infierno, pero en ese contexto surgen las buenas noticias, que son que el Señor ha venido a salvar y redimir a hombres pecadores.

Para los que no escuchan al Señor el futuro es lamentable (Isa. 59:15-21, cf. Rev. 19). El Señor vendrá un día en vindicación de Su justicia, y si no estamos preparados, nos espera un futuro horrible.

Con esto en mente, hoy vamos a ver los siguientes puntos, que representan la enseñanza de Dios contenida en este mensaje:

   1. El Guerrero manchado de sangre.
   2. ¿Amigo o enemigo?
   3. La verdadera oración se basa en las promesas del Pacto.
   4. La verdadera oración reconoce la necesidad de avivamiento.
   5. La verdadera oración se basa en las necesidades de la iglesia.
   6. La respuesta de Dios.
   7. La verdadera Iglesia de Dios.
   8. Los llamados apasionados de Dios.
   9. Los benditos y los malditos.

1. El Guerrero manchado de sangre.

En Isa. 63:1 se mencionan Edom y su capital, Bosra, pero Isaías ya había usado estas ubicaciones geográficas al Sur de Canaan para hablar del pecado y del juicio de Dios (Isa. 34:6).

Ahora, aquí va a usar el significado de esas palabras para hablar del juicio de Dios. Edom significa Rojo, y Bosra es homófona a la palabra que se usa para el viñador, para el que vendimia. E Isaías usará estos conceptos para hablar ahora del juicio de Dios sobre los pecadores.

Ya en Isa. 1:18, se usa el color rojo para hablar del pecado del pueblo de Dios y de cómo el Señor los limpia y transforma en blanco como blanca lana. Así, el rojo de la sangre, del vino, se va a lavar y a transformar en blanco. Por eso en el v. 3 usa esta imagen. 

El Señor está hablando aquí de una intervención directa, no se trata de que el Señor va a mandar a un pueblo a juzgar a otro, sino que será el Señor directamente el que actuará, y el propio Señor, cuando venga como vindicador de Su justicia, se manchará de ese color rojo. Así que, de lo que está hablando este pasaje es de la ira de Dios al venir a mancharse de sangre (Ap. 14:7 aclara que ese viñador que viene a mancharse es el propio Cristo. Cf. Ap. 19).

Así, el lagar de la ira de Dios produce una marea de sangre. Dios no tendrá misericordia de aquellos que no se arrepienten (Ap. 14:20). ¿Dónde estamos nosotros? ¿Nos encontraremos en Edom o en Bosra? (Isa. 34:6)


2. ¿Amigo o enemigo?

Un guerrero cuando sale a la guerra sale a favor de alguien y en contra de alguien. ¿En que plan viene este guerrero?

En Isa. 63:10 se nos presenta como el enemigo. Teniendo en cuenta que esto estaba escrito para el pueblo de Judá, vemos que Dios se volvió enemigo del remanente que quedaba de las 12 tribus, ya que las 10 tribus de Reino del Norte ya habían desparecido.

Si Dios está con nosotros, Satanás no podrá hacer nada en nuestra contra, pero si es Dios el que está contra nosotros, nadie puede hacer nada para solucionar esto.... salvo el propio Dios.

¿Por qué ahora, de repente, Dios se vuelve contra su propio pueblo? Es por el propio pecado del pueblo (Isa. 59:1-2). Este pueblo se va a extinguir en los 70 años de exilio en Babilonia, y eso sucederá en poco tiempo desde que Isaías profetizó esto. 

Pero, ¿Qué hace el profeta ante todo esto? Isaías reacciona como todo el que es temeroso de Dios, reacciona en oración y en confesión ante el Señor, por nosotros mismos y por otros.

Cuando oímos que Dios no puede tolerar el pecado, ¿Cómo reaccionamos nosotros? Si nos vemos movidos a la oración y a la intercesión, es una buena señal de que Dios está obrando en nosotros a través del Espíritu Santo.

Así, el saber que el juicio de Dios es inminente contra Su pueblo, Isaías ora, y vemos tres características de esta oración.


3. La verdadera oración se basa en las promesas del Pacto.

Lo primero que vemos es que no oramos sobre aspectos que tengamos o que podamos ofrecer nosotros, sino que oramos sobre las promesas que el propio Dios ha hecho. Sobre lo que el Señor dijo que haría y ha hecho, y sobre lo que Dios ha dicho que haría y aún no ha hecho, sobre eso es sobre lo que oramos (Isa. 63:7-8)

Y vemos algunas peculiaridades de esto, por lo que el profeta ora:

  • Se basa en el amor selectivo de Dios (v.8). Dios ha amado a Su propio pueblo.
  • Usa la fórmula oficial del Pacto (v.8). Dios habla del pueblo como sus hijos. Ya desde Isa. 1:2-4 se usa esta imagen.
  • Dios se angustia en la angustia de Su pueblo (v.9). Dios no es un robot ni permanece indiferente ante la angustia de sus amados, sino que la angustia de Su pueblo le afecta y le lleva a tener amor y clemencia para actuar. Dios no desea la muerte del impío, pero su naturaleza no puede convivir con los impíos ni con su pecado. Por eso si no estamos cubiertos por la sangre de Cristo, no podemos esperar nada más que el juicio y la ira de Dios.
  • En cuarto lugar apela a la presencia de dios (v.9). El Angel del Señor (que es Dios mismo - Exo 33:12, Gen. 16:7-13) es el que salva al pueblo de Dios. Dios se involucra, y por eso, se hizo hombre, se humilló e intercedió por Su pueblo. 
  • La constante y frecuente presencia de Dios. Todos los verbos del v.9 hablan de que Dios estaba constantemente con Su pueblo.
  • Parte del pacto es que el Señor, por ser padre de sus hijos, tiene que disciplinarlos cuando es necesario (v.10, cf. v.15, 17 y 18). Dios se vuelve nuestro enemigo para reprendernos, pero esas reprensiones son maravillosas cuando nos llevan de vuelta a Dios. 

Dios ama a su pueblo hasta el punto de hacerse hombre para redimir a los hombres, pero cuando su pueblo le da la espalda y peca, no lo tolera, y envía su ira contra ellos.

Pero ese que viene a reprender para corregir, al final recibirán las bendiciones y cuidados de Dios (Isa. 63:13-14). Eso es lo que el Señor hacer al reprender a los que son sus hijos. La reprensión del Señor nos lleva al arrepentimiento y eso nos llena de gozo y de alabanza.


4. La verdadera oración reconoce la necesidad de avivamiento.

v. 15. En el meollo de la oración, Isaías sabe que en sus propias fuerzas, el pueblo jamas saldrá de su problema. ¿Cual es la solución? No está en manos del pueblo, sino que Dios tiene que intervenir. Y esa intervención, que conllevará un avivamiento en los corazones de su pueblo, tiene que venir de mano del Señor. 

Y vemos 5 características de un avivamiento:

  • Un avivamiento da a conocer la presencia del Señor de forma repentina y dramática, como sucedió en tiempos de Moisés (Isa. 63:11).
  • Se produce un temor reverente por el Señor (Isa. 64:2). Lo que impide un avivamiento en nuestro tiempo es el orgullo espiritual, la arrogancia. ¿Cómo reacciona una persona cuando se encuentra ante la presencia del Señor? Se sobrecogen, se dan por muertos, se postran en tierra y se humillan. ¿Cómo reaccionamos hoy en día? Nos tomamos la presencia del Señor a la ligera, como si fuera un “coleguita”.
  • Un avivamiento implica un despliegue de soberanía divina. Donde el Señor obra, lo hace de forma soberana. Nosotros no podemos, ni favorecerlo, ni convocarlo. Dios interviene cuando y donde tiene que intervenir según su voluntad, e Isaías que sabe esto, lo que hace es invocar y anhelar la intervención de Dios (v.3). Tenemos que suplicar la intervención de Dios y no exigirla.
  • Un avivamiento implica un despliegue de la misericordia divina (Isa. 64:5, cf. Ap. 3:20). Dios viene a tener comunión con un pueblo que no quiere tener nada que ver con él. El pueblo había fallado, había pisoteado la ley de Dios (Isa. 63:18), no se podía caer más bajo, de hecho el pueblo de Dios, la esposa escogida de Dios, se describe en Isa. 64:10 como un desierto y como un lugar asolado. Pero Dios describe a su verdadera iglesia como un “santuario de nuestra gloria” (v.11).Por todo esto Isaías pide misericordia a Dios al decir “¿Dónde está tu celo?” En Isa. 63:15. Pero el Señor se deleita en dar misericordia (Mic. 7:18). Sabiendo esto es por lo que el profeta reconoce que Dios, el Dios del pacto es un padre para nosotros (Isa. 63:16 e Isa. 64:8).
  • En un avivamiento hay una conversión inmediata y multitudinaria de muchos pecadores. (Isa. 64:1-2). Sólo el calor de Dios puede consumir el pecado y traer calor espiritual a los corazones de los pecadores (Isa. 64:4). Así va a responder el Señor. Dios tenía una respuesta para Isaías que ni siquiera Isaías esperaba.


5. La verdadera oración se basa en las necesidades de la iglesia.

Tenemos que reconocer nuestra pecaminosidad. Reconocer nuestro pecado es necesario porque no podemos hacer nada por nosotros mismos. Y vemos que Isaías hace una confesión detallada de sus pecados (Isa. 64:5).

Y siendo que perseveramos en nuestros pecados, ¿podemos ser salvos? En este espíritu de confesión es que Isaías profiere la famosa frase recogida en los vv. 6-7.

Pero en la confesión también reconocemos que Dios es nuestro padre y que nos va a cuidar (v. 8-11).

Es importante ver que Isaías, el profeta, no disimula esto, sino que confiesa abiertamente su pecado. Incluso él, que tiene una vida consagrada al Señor, reconoce lo desagradable que es su propio aspecto cuando se acerca al Señor. Lo mejor que hacemos es algo tan desagradable a Dios que es inmundo a sus ojos (Lev. 15:19-ss)

Y reconociendo Isaías que merece la pena más alta, suplica por la misericordia de Dios en el v.12. Isaías tenía confianza en Dios y en su promesa de ser nuestro padre.


6. La respuesta de Dios.

¿Cómo responde Dios a esto? Podríamos decir que lo que queda del libro de Isaías es la respuesta por esta oración del Señor.

Tenemos que recordar que cuando el Señor anuncia juicio es para salvación, que cuando envía a los profetas para anunciar la ira del Señor, es una medida de gracia por nosotros.

Y Dios responde diciendo que su gracia se va a extender mucho más allá que esa pequeña nación que estaba a punto de extinguirse (Isa. 65:11). La respuesta del Señor es que su pueblo estará formado por gentes de todas las naciones (Rom. 10:20-21).


7. La verdadera Iglesia de Dios.

La respuesta del Señor es que se presentará a gente de todas las naciones. ¿Cómo es tu corazón? Si perteneces a una iglesia, pero tu corazón es rebelde, Dios no tendrá misericordia de ti. Estas son las dos caras de la obra de Dios para con el hombre (Rom. 11:22-24). El pueblo de Dios estaba rechazando a Dios (Isa. 63:10), pero si se arrepienten, recibirán el favor y las misericordias de Dios.


8. Los llamados apasionados de Dios.

La indiferencia ante el evangelio es endurecimiento de corazón contra el Señor. Y si eso continúa así, la expectación es de condenación, pero si hay un arrepentimiento genuino, a pesar de que nuestros pecados sean horribles (Isa. 65:2-5), Dios nos perdona, pero si no hay arrepentimiento, Dios condena (Isa. 65:7).


9. Los benditos y los malditos.

La buena noticia del Evangelio es que Dios salva a los que de forma genuína se arrepienten de sus pecados. Dios llama a los rebeldes (Isa. 65:12, Isa. 66:4) a que se arrepientan. Gen 6 describe a la humanidad como una humanidad que sólo buscaba el mal y por eso Dios decidió exterminarlos, pero Noé tuvo misericordia de Noé y de los que con él iban, no porque hiciera nada por ello, no porque no pecara, no porque buscara el bien, sino porque Dios lo quiso así.

Y los redimidos del Señor recibirán las bendiciones de Dios en contraste con aquellos que abandonan a Dios, que no las recibirán (Isa. 65:13-15). Eso es lo que nos dice Juan en su evangelio: Jn. 3:17-18. Esa es la diferencia entre los que se arrepienten y los que no.


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