martes, 11 de febrero de 2014

Suposiciones peligrosas: Podemos seguir a Dios aunque mantengamos algunas incoherencias espirituales

Este domingo hemos estado revisando los peligros de profesar una determinada religión, pero manteniendo ciertas anclas hacia nuestra anterior vida, como si eso no tuviera importancia o como si Dios aceptara tal situación.

El peligro de hacer esto reside en que realmente lo que estamos haciendo es mutilar de algún modo la Palabra de Dios, ya que de toda la revelación divina sólo nos estaremos quedando con aquellos mandatos que nos resulten más fáciles de obedecer, sin aceptar al 100% que Dios demanda una disposición plena a ponerle a Él por delante de cualquier otra cosa.

Como siempre os dejo un enlace a la página Web de la IBAO donde podréis acceder al sermón completo en audio:


A continuación está el resumen de las ideas principales de dicho sermón. 

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Título: "Suposiciones peligrosas: Podemos seguir a Dios aunque mantengamos algunas incoherencias espirituales"
Lectura: Lucas 18:18-24

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A partir del versículo 9:51 Lucas nos presenta el relato de la travesía de Cristo hacia Jerusalén para morir en la cruz por todos los pecadores. Cristo, en este camino, no va inconsciente de la calamidad que le espera en Jerusalem. No va buenamente predicando el evangelio, sino que era consciente de a qué iba a Jerusalem y orquestó todos los acontecimientos que sucedieron durante esta travesía, incluso el hecho de que coincidiera con el tiempo de la Pascua. 

En esta ocasión vemos un encuentro con un Joven, Rico y era un Principal. En el desarrollo de los acontecimientos veremos cómo se puede estar bien con Dios en algunas cosas y, a la vez, estar mal en lo más importante respecto respecto de esas mismas cosas.

Vamos a ver 2 cosas referentes a este encuentro:
  • Vamos a ver en qué cosas estaba acertado
  • Vamos a ver en qué cosas estaba equivocado
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• ¿En qué cosas estaba acertado?

El joven rico estaba acertado en dar mucha importancia a la vida eterna (v.18). En Marcos 10:17 se nos dan algunos detalles adicionales que nos ayudan a ver que para este joven el asunto de la vida eterna era urgente y vital. Sabemos que Cristo veía el corazón y aún a sabiendas de que estaba pidiendo razones a Cristo en público, esto no le para.

Su actitud contrasta con lo que vemos hoy en día, donde vemos que la gente tiene toda su vida asegurada y planificada, al menos aparentemente. Pero aunque tenemos todo planificado, se descuidan las cosas más importantes: las que tienen que ver con la vida eterna. Tenemos planes para todo menos para las cosas que tienen que ver con la eternidad. Y para colmo, buena parte de nuestra planificación es para prepararnos para cosas que quizá no sucedan, pero la proyección a la eternidad sucederá para todos sin lugar a dudas (Hebreos 9:27). Quizá no lleguemos a jubilarnos, o quizá nunca tengamos que usar nuestra póliza contra incendios, pero lo que es seguro es que todo el mundo va a morir. Por esta razón nunca deberíamos dejar de pensar en la eternidad.

Este hombre estaba acertado en considerar este asunto como algo que no era trivial.

También acertó en acudir a Jesús para pedir ayuda. Jesús es la principal autoridad en este asunto. Sabe lo que es la eternidad, porque vino de allí, y además Jesús es el camino para acceder a la vida eterna. No hay otro en quien podamos encontrar salvación. Esto lo entendieron muchos en aquel momento, pero cuando Cristo empezó a hablar de la necesidad de su muerte y de que sólo creyendo en él se alcanzaría salvación, apenas quedaron los discípulos a su lado (Juan 6:68).

Este hombre parecía entender que no valía con morirse para alcanzar la vida eterna (como sucede a mucha gente hoy en día) y por eso acude a los pies de Cristo.


• ¿En qué cosas estaba equivocado?

Lo primero, se equivoca considerando que Cristo es sólo un buen maestro. Esta es una descripción de Jesús, pero sólo hasta cierto punto, porque cuando tratamos del asunto de la vida eterna, no vale con considerarle sólo como un maestro, ya que si fuera sólo eso, un maestro, no habría salvación para nadie. Por eso la respuesta del Señor va dirigida a esto (v.19). ¿Estaba negando Cristo que él mismo era Dios, y que no era bueno? No, si nos damos cuenta, lo que está afirmando Cristo es que si él es bueno, es porque él es Dios. Cristo pone de manifiesto su deidad y con ello trata de contrastar la afirmación del joven rico, porque lo importante era saber si este joven sabía que Cristo era Dios y esto tenía consecuencias, como por ejemplo, tendría que asumir que la respuesta de Cristo era Palabra de Dios.

Así la respuesta de Cristo puede parafrasearse en: "No me llames bueno si no estás dispuesto a llamarme Dios". Este es el mismo fallo que vemos hoy en la gente que se acerca a las iglesias buscando una enseñanza acerca de la vida eterna, en lugar de buscar a Dios en la persona de Cristo. Muchos aceptan ciertas verdades acerca de Cristo, pero no lo quieren reconocer como la verdad y la vida (1 Juan 4:15). Jesús no es un hombre más, porque también es Dios.

En segundo lugar, este joven pensaba que la vida eterna se podía alcanzar por alguna obra que él pudiera hacer (Mateo 19:16). Al ver la respuesta de Jesús nos sorprende ver que parece ratificar que la salvación se puede alcanzar por ciertas obras que él pudiera hacer (Mateo 19:17). Pero si vemos el conjunto de la revelación, observaremos que esta sencilla afirmación es algo imposible para el hombre, porque nadie puede llegar a obedecer a Dios de forma perfecta, salvo el propio Cristo. 

Así lo que Cristo le está diciendo es que no podría alcanzar la vida eterna por cosas que él pudiera hacer, sino que es la justicia de Cristo la que es necesaria para aplicarla a nosotros y obtener salvación.

En tercer lugar se equivocó en la decisión de apartarse de Cristo. Esta reacción sucede después de que Cristo mencionara algunos mandamientos, a lo que el joven responde con seguridad, pensando que tenía méritos suficientes para obtener la salvación de forma legítima, pero Cristo, en el v.22, apunta hacia donde estaba el error. Le pone de manifiesto la única cosa que le faltaba, que era despojarse de sus posesiones y seguirle. Esa es la única cosa esencial e indispensable, porque el primer mandamiento es "no tendrás dioses ajenos delante de mi". ¿Estaba dispuesto este joven a dejar sus ídolos materiales y a considerar a Cristo como su único Dios? Por su reacción de tristeza vemos que entendió que no estaba dispuesto a abandonar aquello representaba su "ancla con el mundo".

El Señor no nos pide que vendamos todo lo que poseemos y lo repartamos a los pobres, sino que lo que busca es que rompamos con nuestras anclas, sean las que sean, y le consideremos sólo a El como Dios. En el caso de este joven rico eran las posesiones, pero ¿cuáles son las tuyas? ¿Que es aquello que no estás dispuesto a dejar para seguir a Cristo? Si hay algo que tenga este efecto en ti, Cristo demanda que lo abandones.

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Desgraciadamente vemos que aún hoy los cristianos más fieles no lo hacen de forma perfecta. La diferencia es que los que siguen a Cristo no viven en esta actitud, sino que sólo pasan ocasionalmente por estos descarríos, mientras que los que no siguen a Cristo hacen de estas actitudes su forma de vida.

¿Cuál es tu decisión hoy con respecto a Cristo? Lo consideras Dios y el único camino para obtener la salvación, o seguiremos adorando a nuestros dioses y decidiremos dar la espalda a Cristo. ¿Cuanto valoras tú la vida eterna? 

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