domingo, 8 de noviembre de 2020

Cuarto cántico del Siervo (Isa. 52:13-53:12)

 

Sermón de David Rivero. 08/11/2020

Título: Cuarto cántico del Siervo.

Lectura: Isa. 52:13-53:12


Aclaración: Estas notas han sido recogidas “sobre la marcha”, por lo que pueden contener algún error de transcripción. Ante cualquier duda, acudir al sermón original publicado en la página web de la Iglesia Bautista Alameda de Osuna: http://www.ibao.es


Introducción.

Lectura: Isa. 52:13-53:12

En caps. anteriores, el Señor ha hablado de Ciro como el futuro libertador del pueblo de su exclavitud, pero estas referencias están entremezcladas con las referencias al Señor como libertador eterno. Las referencias a Ciro son más cercanas en el tiempo al profeta Isaías, pero hay otro Siervo más lejano que traería la verdadera libertad al pueblo del Señor.

Así que, con esto en mente, hoy vamos a ver los siguientes puntos, que representan la enseñanza de Dios contenida en este mensaje:

  1. El alcance del cántico. 
  2. 1ª estrofa: Una piedra de tropiezo.
  3. 2ª estrofa: El Siervo rechazado.
  4. 3ª estrofa: El corazón del cántico.
  5. 4ª estrofa: El Cordero enmudecido.
  6. 5ª estrofa: Coronado con gloria y honor.

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1. El alcance del cántico.

En este cuarto cántico del Siervo, vemos ratificado lo que ya ha venido exponiendo el profeta, pero prácticamente toda la escritura gira y pivota en torno a este pasaje. Es uno de los pasajes centrales y más importantes de toda la Biblia. El propio Señor lo citó refiriéndose a sí mismo: Luk. 22:37 (cf. Isa. 12:53), o también cuando el Señor habla de que debe sufrir grandemente, o cuando dice que no había venido a ser servido sino a servir y dar su vida por nosotros: Mat. 8 y Mat 10

También los escritores del N.T. citan este pasaje hasta en 8 veces en referencia a su cumplimiento en Cristo. De forma concreta se cita en Jn. 12:38, Mat. 8:17, 1 Pe. 2:22-25, Act. 8:30-35, y luego hay una serie de afirmaciones sobre el rechazo del Señor que posiblemente tengan su fundamento en esta profecía de Isaías: El silencio ante los jueces, ser enterrado entre los pecadores, el interceder entre los transgresores, el que entregara su vida por otros, que fue contado entre los ladrones, etc...

Vemos cómo todos los versículos excepto el v.2 se aplican a Jesús, a su vida, su ministerio, su pasión y su muerte. De hecho esto es tan importante, porque hoy en día, muchos judíos que han sido convertidos, han sido convertidos porque han visto que este pasaje se cumple plenamente en Cristo.

Vamos ahora a pasar a analizar el cántico según un criterio puramente de estructura literaria. Se podría analizar según otros criterios: la doble obediencia de Cristo (activa vs. pasiva), los oficios del Señor, según el triple estado del Señor Jesucristo (su preexistencia, su humillación, su exaltación), etc...

Según la estructura literaria, aquí tenemos un “Quiasmo”. La letra “Ghi” mayúscula (que es como una x) es la que da nombre a esto. Esta estructura es que el texto empieza con la misma idea que termina, la segunda idea que se da coincide con la penúltima, etc.... siendo la idea central el mensaje principal, la esencia.

El quiasmo que tenemos aquí tiene una estructura: ABCBA, de forma que tenemos dos ideas accesorias que rodean a la idea principal o central (C)

  1. A = la exaltación del siervo.
  2. B = el rechazo que sufrió el siervo entre los suyos.
  3. C = la obra expiatoria de Cristo.

Esta estructura en forma de X la encontramos también en otros pasajes, como por ejemplo Phil. 2.

Así que vamos a estudiar las 5 estrofas de 3 versículos cada una.


2. 1ª estrofa: Una piedra de tropiezo.

Esta primera estrofa se ve, lo primero, la exaltación del Siervo. Está marcado por los verbos prosperar, engrandecer y exaltar. Y es de notar que el Siervo ya estaba exaltado y no necesitaba pasar por todo el sufrimiento descrito en este pasaje para alcanzar la exaltación. De hecho Isaías ya había hablado de la exaltación previa en la que se encontraba Cristo: Isa. 6:1-5, Isa. 9:2-7, Isa. 42:1-7. 

Lo vamos a ver en el peor estado posible, pero ¿de donde viene? De la gloria y la exaltación ante el Padre.

Y tras poner este trasfondo de la gloria del siervo, pasa a describirnos la forma en la que este siervo va a ser humillado. Esto lo vemos en los vss. 14  y 15.

La sugerencia de que el Siervo del Señor pudiera sufrir de esta forma le resultaba espantosa al pueblo de Dios, porque de esa forma quedaba descalificado. De hecho, el concepto que tenía el pueblo de Dios del mesías y salvador, estaba asociado a un capitán victorioso que vencería el enemigo y no a alguien golpeado y humillado.

La palabra traducida por desfigurado se usa para describir a los animales magullados (Mal 1:14). Y esos sacrificios tarados no se podían ofrecer al Señor. Por eso el pueblo no aceptaba que el Siervo del Señor sufriera. Según ellos tenía que ser perfecto, maravilloso en apariencia. Pero el Siervo del Señor había sido maltratado y desfigurado.

La palabra “asombrará mi siervo” lleva implícita la idea de rociar o bautizar. De hecho en la traducción al griego se usa la palabra “baptizo” que se usa para bautismo. Así, el siervo venía a purificar, a bautizar a muchas naciones.

En Lev. 14:7 usa también esta expresión. También en Num. 8:7, Num. 19, etc... Y se usa con el sentido de purificar. Por eso interpretamos que esta referencia apunta a que el mesías vendría a bautizar, a purificar al pueblo, y por eso le preguntan a Juan por qué estaba bautizando si no era el mesías (Jn. 1:25)

Esta característica del Siervo es lo que rechazaba el pueblo. De hecho había 3 cosas que los Judíos no aceptaban con respecto al Mesías respecto a lo dicho en este pasaje. Esas cosas son:

  1. Naturaleza desfigurada
  2. No pensaban que pudiera proveerles limpieza.
  3. No aceptaban que esta limpieza fuera provista para muchas naciones.

Este pasaje también habla del alcance mundial del evangelio. En Rom. 15:21 se hace referencia a esta idea en relación con este pasaje de Isaías.


3. 2ª estrofa: El Siervo rechazado.

Cuando pensamos en el sufrimiento de Cristo o interpretamos que era un varón experimentado en quebrantos, pensamos en su sufrimiento físico. Y aunque fue real, esto no era lo principal, porque ese dolor fue puntual.

Pero este quebranto también hace referencia a la soledad y abandono que sufrió el Siervo. Y a esto es a lo que hace referencia la segunda estrofa.

Como dice Heb. 4:15, el mesías se presenta como el sacerdote que para interceder por el pueblo, tenía que identificarse con ellos incluso en su sufrimiento. 

Esa separación de Dios forma parte de su naturaleza humana, de la experiencia que era necesaria que pasara el Siervo para luego poder identificarse con Su pueblo e interceder por ellos.

En el v.2 también dice que no era una persona con atractivo. Habla que sería un judio de tipo medio, un hombre del pueblo. Y eso fue lo que fue Cristo.

Pero además sería quebrantado y golpeado. Hasta el punto que a este cántico del Siervo, se le conoce como el cántico del Siervo Sufriente. Y eso no lo podían entender los judíos. No entendían que viniera como un oprimido a sufrir y que no hiciera nada al respecto. Pero este rechazado fue el elegido por Dios para traer salvación a los hombres: Gal. 3:13 cf. Dt. 21:13. 


4. 3ª estrofa: El corazón del cántico.

Esta es la tercera estrofa, y aquí está la idea central del mensaje. Este es el meollo, aquello que Isaías quería que recordáramos. A esta idea conduce todo lo de alrededor.

Isaías nos presenta aquí la obra expiatoria y salvadora del Siervo. Apunta al calvario. Y no sólo pone que Cristo murió, sino que también está apuntando a dos cosas:

  1.   Que Cristo murió como un sustituto.
  2.   Este sacrificio, satisfizo la ira de Dios.

Y estas ideas la presenta Isaías a través de la presentación de parejas. Se presenta lo que “el” hizo frente a lo que “nosotros” conseguimos. Así es como vemos que Cristo fue sustituto nuestro. Y aquí se resume la esencia del evangelio: Cuando vayamos a rendir cuentas ante Dios, o recibimos el castigo que merecemos, o presentamos un sustituto que lo reciba.

Esta idea de la sustitución viene de muy antiguo. De hecho en Gen. 22:3 vemos cómo Dios mismo es el que provee de un sustituto a Isaac para que éste no fuera sacrificado. Dios se provee a sí mismo del sacrificio necesario para que nosotros no tengamos que morir.

También lo vemos cuando el Señor manda a Moisés cómo debe actuar cuando haya un homicidio sin resolver. La solución es proveer un sustituto, en este caso una becerra, la cual morirá en sustitución del asesino: Dt. 21:1-9. Esto del siervo sustituyendo a los culpables no es un concepto nuevo de Isa. 53, sino que formaba parte de la cultura de ese pueblo, por ejemplo, a través de esos sacrificios que se hacían en el templo para expiar el pecado.

Es curioso que los actos de adoración a Dios debían estar precedidos de una ofrenda por parte del adorador, la cual, había parte que se quemaba al Señor, otra parte era para los sacerdotes, y otra se la comían el oferente y su familia. Pero el que venía a ofrecer adoración a Dios, tenía que poner sus manos sobre el animal del sacrificio y matarlo, reconociendo que este animal moría en su lugar por causa de su pecado.

En Lev. 17:11 se hace referencia a la sangre de los animales como expiación por las almas. 

Con todo esto vemos cuál será la función del siervo, el cual no sólo sufriría sino que moriría por nuestros pecados (v. 5)

La escritura nos aclara que el pecado no puede quedar sin castigo. Dios no puede tolerar el pecado. Así, nosotros con nuestro pecado somos incompatibles con la santidad de Dios. Y nosotros no podemos hacer nada para arreglar esto. La única solución es que aquello que nosotros no podemos hacer, lo va a hacer Dios por nosotros. 

Y esto lo vemos en el grito desgarrador de Cristo en la cruz diciendo: “Dios mío, Dios mío, ¿Por qué me has desamparado?”, lo cual sucedía en el momento en el que Cristo estaba asumiendo todas las faltas de los pecadores y por tanto, en el momento en el que por nuestros pecados Dios se apartó de Él.

¿Qué presentaremos nosotros cuando comparezcamos ante Dios? Cristo es la propiciación por nuestros pecados, y no hay otro.


5. 4ª estrofa: El Cordero enmudecido.

En esta cuarta estrofa, se resalta que ese cordero que se presenta, lo hace en silencio. Esta estrofa habla de su muerte y sepultura. 

De hecho, la descripción es tan exacta, que muchos piensan que estas partes tuvieron que ser escritas después de que ocurrieran los hechos en tiempos de Cristo.

1 Pe. 2:23 hace referencia a este texto poniendo de manifiesto que lo que sorprendía sobremanera a los judíos era que hiciera esto, pero que lo hiciera en silencio. Cristo se ofreció, pero no se quejó.

Y lo hizo así por lo que vemos en la última estrofa: la gloria y el honor.


6. 5ª estrofa: Coronado con gloria y honor.

En el v.10 explica que lo que ocurrió aquí es, no sólo que los hombres lo repudiaron y golpearon, sino que Dios mismo, el cielo mismo, se apartó de Cristo y dejó de haber comunión entre Dios Padre y Cristo, porque todo lo malo del mundo había sido cargado sobre Cristo, el Siervo, a pesar de que Cristo no había hecho nada malo. Lucas, hasta en 5 veces menciona situaciones en las que diferentes personas reconocieron que Cristo no había hecho nada malo: Luk. 23:4, Luk. 23:14, Luk. 23:22, Luk. 23:41, Luk. 23:47.

No sólo fue el Padre el que dijo que Cristo era su hijo amado en quien tenía complacencia, sino que los hombres mismos reconocieron que no había pecado en él. Y aún así, fue crucificado como un malhechor.

Pero, aunque los judíos y los romanos fueron agentes de este padecimiento  (Mat. 20:19 y muchos otros vss. lo aclaran), en este texto de Isaías se nos aclara que realmente fue Dios el que lo entregó y no los hombres (Isa. 53:10).

Todo esto estaba planeado desde antes de la fundación del mundo. Y es a Dios al que tenemos que agradecer que Cristo fuera entregado y muerto en sustitución por nuestros pecados.

Entonces ¿por quién fue entregado este Cristo?. En el v.8 aclara que fue por el pueblo elegido de Dios, y también en el v. 11 habla que fue por muchos, y también por muchas naciones.

Así, podemos concluir que esta propiciación es algo que sucede por aquellos que forman parte del pueblo escogido de Dios (Jn. 10:14-15). Y también queda fuera de la interpretación de esta obra sustitutiva el hecho de que podamos rechazar esto.

Podemos rechazar al Siervo, de hecho lo hacemos, y no es sino por la obra del Espíritu Santo en nosotros, que llegamos a creer en esto y dejamos de rechazarlo para abrazarlo.

Así, el cántico termina haciendo 3 referencias a:

  •   La justificación de los pecadores por la cual somos absueltos.
  •   La posterior obra intercesora de Cristo.
  •   La victoria de Cristo.

Y es esta victoria la que cierra el cántico. Habla de cómo aquel que parecía estar perdiendo la batalla, al final se levanta victorioso (Col. 2:15) y esta victoria está puesta a nuestra disposición. Esta salvación es completa y no podemos añadir nada a ella, y nosotros nos beneficiamos de ella.

Este es el evangelio que nos ofrece el Señor. Y no hay otro sustituto diferente a Cristo, y fuera de Él no hay salvación.


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