Efésios, 1 : 3 – 6.
TEMA: Las Bendiciones Espirituales que recibimos del Señor (I).
Lectura:
Efesios,1:3-14.
Introducción:
Como introducción a esta segunda parte me gustaría que nos
preguntásemos ¿Cuántas Bendiciones hemos recibido últimamente de parte de Dios?
Seguro que responderíamos con muchas cosas. Yo podría decir que tengo un buen
trabajo, que tengo un buen coche, que tengo una mujer que me ama y me hace
feliz, que mi congregación ha adquirido un nuevo local para la gloria del
Señor, que tengo salud, y muchas otras cosas que podría enumerar, pero ¿Qué
ocurre con las bendiciones espirituales?. ¿Qué bendiciones espirituales habéis
recibido últimamente? ¿Qué contestaríais? Debemos tener cuidado de no olvidar
que nuestro Señor se preocupa tanto o mas de nuestro bienestar espiritual con
Él, que de nuestro bienestar físico.
Desglose (1ª Parte: Ef, 1:3-6): Dios Nos Ha Escogido.
El pasaje que hemos leído se centra en un contexto de
recordatorio y exhortación más que de regaño o reprensión por una mala actitud
(como vemos por ejemplo en Gálatas). Pablo nos recuerda aquellas bendiciones
que hemos obtenido en Cristo Jesús. Para ello, se considera al creyente como
receptor de TODA BENDICIÓN ESPIRITUAL y para ello intervienen las tres personas
de la trinidad. Pablo divide este texto en 3 partes bien diferenciadas:
q Cada
una de estas 3 partes es efectuada por una persona de la trinidad:
a)
Del v.3 al v.6, El Padre.
b)
Del v.7 al v.12, El Hijo.
c)
Del v.13 al v.14, El Espíritu Santo.
q Cada
una de estas 3 partes implica una acción:
a)
Del v.3 al v.6, somos escogidos por el Padre.
b)
Del v.7 al v.12, somos redimidos por el Hijo.
c)
Del v.13 al v.14, somos sellados por el Espíritu Santo.
q Cada
una de estas 3 partes tiene un propósito:
a)
Del v.3 al v.6. Ser hechos santos y sin
mancha y ser adoptados como hijos suyos.
b)
Del v.7 al v.12. Hacer sobreabundar en nosotros
la sabiduría e inteligencia, nos ha dado a conocer el misterio de su
voluntad, promesa de vida eterna y herencia.
c)
Del v.13 al v.14. Tener la seguridad de nuestra herencia
(arras).
q Cada
una de estas 3 acciones tiene un tiempo:
a)
Del v.3 al v.6. Pasado.
b)
Del v.7 al v.12. Presente.
c)
Del v.13 al v.14. Futuro.
q Cada
una de estas 3 acciones tiene un último propósito común:
a)
Del v.3 al v.6. Alabar la gloria de la gracia
de Dios.
b)
Del v.7 al v.12. Alabar la gloria de Dios.
c)
Del v.13 al v.14. Alabar la gloria de Dios.
Podríamos resumirlo todo en un cuadro como el siguiente:
Persona
|
Acción
|
Propósito
|
Ubicación temporal
|
Propósito
común
|
Padre
|
Nos escogió antes
de la fundación del mundo (v4a).
|
·
Ser hechos santos y sin mancha delante de él (v4b).
·
Adoptarnos como hijos suyos (v5).
|
Pasado
|
Alabar la gloria
de su gracia
(v6, 12 y 14b).
|
Hijo
|
Redención por su
sangre, el perdón de pecados (v7).
|
·
Hizo sobreabundar en nosotros la sabiduría e
inteligencia (v8 y 18-19*).
·
Nos ha dado a conocer el misterio de su
voluntad (v9).
·
Reunir todo en Cristo (v10).
·
Tener herencia (v11).
|
Presente
|
|
Espíritu Santo
|
Sellar la
promesa** (v13b)
|
·
Ser las arras de nuestra herencia hasta la
redención de la posesión adquirida (v14a).
|
Futuro |
(* En los versículos 18 y 19 amplía un poco esta idea
especificando más).
(**Previamente debemos
haber oído el evangelio de salvación y haber creído en él -- v13a)
Vamos a empezar viendo la primera de estas partes.
1ª Parte: Del v.3
al v.6, somos escogidos por el Padre.
En el v.3 vemos una cosa curiosa: Dios Padre aparece
referenciado como “el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo”. Para empezar
notaremos que al referirse a Dios como Dios de Jesús, se está haciendo
referencia a la cualidad humana de Cristo (igual que Dios es Dios de todos
nosotros), y al referirse a Dios como Padre de Jesús, se está haciendo
referencia a la cualidad divina de Cristo, como segunda persona de la Trinidad.
La trinidad es un concepto que va a aparecer recurrentemente en la epístola de
los Efesios, como iremos viendo.
Así pues Pablo empieza su epístola, bendiciendo a Dios y
proclamando la humanidad y la divinidad de Cristo. Los teólogos llaman a la
unión de las dos naturalezas, humana y divina, en Cristo, la “unión hipostática”.
Siguiendo en el primer versículo (v3), a continuación se
nos muestra que el Señor nos ha bendecido “con
TODA bendición espiritual en Cristo”. Fijaros qué importante: la posición
del creyente no debe ser la de “buscar más bendiciones”, sino la de hacer
nuestras aquellas bendiciones que ya han sido dadas por Dios.
Observemos también el juego de palabras: “Bendito.....
que nos bendijo”. Dios es aquel al que nosotros alabamos, y el cual, a su
vez, nos bendice.
La gente normal se encuentra físicamente en un lugar, pero
los creyentes, al estar “en Cristo”, pueden disfrutar ya de algunas de las
ventajas “espirituales” que tendremos en el cielo. Por esto los
creyentes se puede decir que están físicamente en un sitio, y espiritualmente
en otro.
La salvación ya se
ha llevado a efecto, pero aún no estamos físicamente en el cielo. Lo que
ocurre, es que “espiritualmente” ya nos encontramos en los “lugares
celestiales”, siempre y cuando la persona física se encuentre
espiritualmente “en Cristo”, esto es, que haya creído en Cristo y se encuentre
obedeciendo sus mandatos.
Esta es la razón por la que las bendiciones con las que
nos bendice Dios, realmente suceden en los lugares celestiales. Este argumento
se refuerza al acudir al original, en donde no aparece la palabra lugares,
quedando algo así: “... que nos bendijo con toda bendición espiritual en los
celestiales en Cristo.” Aunque no tiene mucho sentido en Español, los eruditos
en Griego Koiné (el griego en el que se ha escrito la epístola) dicen que esta
expresión alude a ese ámbito “celestial” en el que se encuentra un creyente
cuando esta en Cristo. Como diría
Scotfield parafraseando Heb 3:1 y 1ªP, 2:11 : “Puede decirse que el
creyente es un hombre celestial, y un extranjero y peregrino en el mundo”. Notemos
también que Pablo repite insistentemente, hasta la saciedad, las palabras “en
Cristo” confiriéndolas así de una relevancia e importancia especial en esta
epístola. ¿Por qué creéis que es?.
Pero bueno, retomando nuestro v.3, ¿Cuál es toda esta bendición espiritual?..... Según se nos explica
más adelante: “el Señor nos escogió “en Cristo” antes de la fundación del
mundo para que fuéramos “santos y sin mancha” delante de Él” (v4).
Este es el propósito eterno del Señor. Y es eterno
porque fue “antes de la fundación del mundo”.
Primero hemos de notar que “El Señor nos escogió”. En este
pasaje destaca el protagonismo de Dios Padre en la obra de la elección de los
hombres para salvación. Hablemos pues de la elección basándonos en este pasaje:
1. La elección: Su autor.
El autor es “El Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo”.
Esto confiere a Dios Padre la dirección de la obra divina de la elección.
2. La elección: Su naturaleza.
Elegir es tomar algo, generalmente para uno mismo. Aunque
no se define expresamente la masa de objetos o individuos de entre los que Dios
elige a algunos, dicho grupo queda definido por medio del propósito: “para que
fuésemos santos e irreprensibles delante de él”. Así pues, la masa de
individuos entre los que Dios escoge forma a aquellos que son viles y carentes
de santidad. Esto se ajusta al contexto y provee una buena y bella razón para
justificar el sobrecogimiento que siente Pablo para expresar “¡BENDITO SEA EL
DIOS Y PADRE DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO ... QUE NOS ESCOGIÓ”. Se puede ver que
Pablo era perfectamente consciente de la indignidad del hombre para merecer
salvación y que es por una obra de maravillosa gracia que Dios (por el puro
afecto de su voluntad) que nos extrae de ese grupo y nos hace santos e
irreprensibles. La única respuesta adecuada a este hecho es la adoración en
gratitud, y no el intentar buscar explicaciones.
3. La elección: El sujeto.
El sujeto es “nosotros”, no es toda la humanidad. Pablo
escribe a santos y fieles en Cristo. Dado que la frase sigue: “ según nos
escogió” concluímos que no puede referirse a todo los hombres sin distinción,
sino que debe referirse a aquellos que ya son (o que han sido destinados a ser)
creyentes y santos.
4. La elección: Su fundamento.
El fundamento de todo el proceso de salvación es “CRISTO”.
Nos eligió en Él, y como vemos en Romanos 8:29-30, el proceso de salvación,
comenzando en la elección y terminando en la glorificación de los santos, es
una cadena de eslabones inseparables. Por tanto la elección es la base de todas
las bendiciones subsecuentes.
El hecho de que la elección se haga “en Cristo” nos hace
entender que fue precisamente Cristo el representante y fiador de todos los que
en algún punto del tiempo serían recogidos en el redil. Como dijo él mismo en
Juan 6:39. En Cristo, pues, los santos y creyentes, aunque inicialmente y por
naturaleza totalmente indignos, son justos ante la presencia misma de Dios, ya
que Cristo prometió que él satisfaría todas las exigencias de la ley en lugar
de ellos, promesa que tuvo su total cumplimiento (Galatas 3:13).
De este modo, en Cristo, Dios pudo ejercer su justicia
forense y a la vez su misericordia y amor hacia sus hijos.
5. La elección: Su tiempo.
Se dice que la elección tuvo lugar “antes de la fundación
del mundo”. Esto es “desde la eternidad”. El mismo Cristo se refirió a los
santos como aquellos que le fueron dados (Jn 6:39, Jn 17:2, 9, 11, 24. cf.
6:44).
Y se expresa también en la oración de Cristo de Juan
17:24.
6. La elección: Su propósito.
De nuevo lo vemos directamente en el pasaje: “para que
fuésemos santos e irreprensibles delante de él”. La elección, no es algo
condicionado a méritos posteriores o a un conocimiento previo de la fe que
profesarían algunos. La elección es la raíz de la salvación y no su fruto.
Además vemos que la elección no nos deja a medio camino,
sino que nos lleva hasta el final, hasta la perfección. Dios se propone hacer
santos e irreprensibles a sus escogidos, y esta es la meta de los creyentes en
esta vida presente (Lv 19:2), y llegará a su total realización en el más allá
(Mt. 6:10, Ap 21:27). Seremos santos e irreprensibles “DELANTE DE ÉL”. Lo que
más importa no es nuestra apariencia ante los hombres, sino lo que somos en los
ojos de Dios.
La afirmación “... santos y sin mancha delante de Él”
recuerda mucho a aquellos corderos
sacrificados en el antiguo testamento que debían ser sin mancha (o sin defecto). Si algo esta manchado (tiene defecto)
no puede ser presentado delante de Dios. El
propósito del Señor es escogernos a nosotros para ser santos y sin mancha,
aprovechemos para acercarnos al Señor.
NO DESPERDICIEMOS LO QUE EL SEÑOR NOS OFRECE.
Adicionalmente, No sólo nos hace santos y sin mancha, sino
que el Señor nos ha predestinado para ser adoptados como hijos suyos.
Esta predestinación es sinónimo de la elección de la que
nos lleva hablando todo el pasaje. Esto es una aclaración adicional a su
propósito.
La palabra que se usa aquí para adoptados hijos se emplea
solo 5 veces a lo largo del NT:
Ro 8:15: “Pues no habéis recibido el espíritu de
esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu
de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre!.”
Ro 8:23: “.... y no sólo de ella, sino que también
nosotros mismos, que tenemos las primicias del espíritu, nosotros también
gemimos dentro de nosotros mismos esperando la adopción, la redención de
nuestro cuerpo.”
Ro 9:4: “Porque deseara yo mismo ser anatema, separado de
Cristo, por amor a mis hermanos, los que son mis parientes según la carne; que
son israelitas, de los cuales son la adopción, la gloria, el pacto, la
promulgación de la ley, el culto y las promesas.”
Ga 4:5: “.... para que redimiese a los que estaban bajo la
ley, a fin de que recibiésemos la adopción de hijos. Y por cuanto sois hijos,
Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el cual clama: ¡Abba
Padre!.”
Y este pasaje: Ef 1:5.
Este término se refiere al hecho de ser colocados en la
posición de hijos adultos, más que lo que modernamente entendemos por “la
adopción”.
El propósito de Dios es que todos seamos hijos adultos en
su familia, de los cuales Jesús es el Primogénito.
Esta adopción se lleva a cabo por medio de Jesucristo para
sí mismo. Es por los méritos de su expiación que los elegidos reciben su nueva
condición. Así llegan a ser hijos de Dios para su glorificación.
Por supuesto, todo esto lo hace el Señor por que quiere,
no basado en nada mas que en su voluntad. De hecho armoniza perfectamente con
“habiéndonos en amor predestinado”.
La causa de la elección no se basa en nada que podamos hacer, tal y como
veremos un poco más adelante, en Ef. 2:8 : “Porque por gracia sois salvos por
medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para
que nadie se gloríe”. Esta es la voluntad de Dios.
Es por la gracia de Dios por lo que el señor nos “hizo
aceptos en el Amado”. Cabe destacar el uso del pretérito dando por acabada la
acción. Es algo que no se hará en el futuro, ni se esta haciendo en el
presente, sino que ya se hizo, es algo que tenemos.
Y, por supuesto, todo esto es .... en el amado.
En el versículo 6 aparece una expresión de la cual no
hemos hablado. Se trata de “Para alabanza de la gloria de su gracia.”. Esto se
repite 3 veces en la primera sección de este capítulo: en los versículos 6,12 y
14. ¿Os acordáis al principio cuando os dije que en las bendiciones
espirituales intervenían las tres personas de la trinidad?, pues justo aparece “la alabanza de su gloria” coincidiendo
con el final de cada una de las partes que corresponden a cada una de las tres
Personas de la trinidad.
Este es el propósito común y final así como el designio
inmediato para todos aquellos que somos adoptados como hijos de Dios. La meta
final, hacia la cual todo lo demás contribuye es el reconocimiento con
adoración (alabanza) de la excelencia manifestada (gloria) en favor de los
indignos (gracia) de aquel a quien se le llama “el Dios y Padre de nuestro
Señor Jesucristo”.
Con esto se
termina la parte concerniente al Padre y la semana que viene empezaremos con
“el Hijo”.
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