domingo, 11 de enero de 2015

05. Los Peligros del pueblo de Dios: El deseo de evadirse.

Sermón de David Rivero predicado en la IBAO el 30 de Noviembre de 2014.
Título: 05. Los Peligros del pueblo de Dios: El deseo de evadirse. 
Lecturas:  Salmos 57 (leemos todo el salmo y el 55 y el 102)
Enlace al sermón en Audio.

Apuntes:


Uno de los peligros que encontramos los creyentes es el deseo de evadirnos.

Hoy vamos a estructurar el texto siguiendo el ejemplo de ciertos pájaros.

1. Pelicano
2. Paloma y gallina
3. Polluelos


1. Pelícanos.

El salmista en el Salmo 102 se sentía tan atribulado que se encontraba fuera de lugar, como un pelícano en el desierto. Esto nos sucede a nosotros muchas veces al encontrarnos como creyentes en medio de este mundo.

El salmista se encuentra abatido, descorazonado y gimiendo. Cuando pensamos en estas situaciones podemos empatizar con estos personajes y nos identificamos con ellos: estamos tan cargados y fatigados que estamos a punto de sucumbir. Algunas de estas cargas son legítimas, pero son ligeras y transitorias. Otras son cargas tan pesadas que nos hacen gemir como el salmista.

De alguna forma no debemos sentirnos agobiados por las cargas propias de la vida, y las escrituras nos animan a estar gozosos. No se nos dice que tengamos el sentimiento de estar gozosos, sino que nos dice que tengamos el gozo del Señor, como un mandato.

Por otro lado ahora tenemos un montón de comodidades hoy en día que antes no se tenían, lo que nos hacen preguntarnos, ¿cómo es que estamos agobiados? Este agobio es una tara para con nuestras amistades y familiares.

Por otro lado, cuando nos convertimos estábamos gozosos con Dios, pero sólo hay que dejar pasar un poco de tiempo para que al caer la gente nos pregunte ¿dónde está ahora tu Dios y tu provisión?

A veces el pueblo de Dios se encuentra angustiado, descorazonado y angustiado. Y ¿que podemos hacer con esto? ¿Que respuesta encontramos en la Palabra de Dios?

Al ir al Salmo 55 vemos que lo que agobiaba al salmista era la presión del odio y la persecución del enemigo. En Salmos 57:4 vemos la misma situación de opresión por parte de los enemigos, de hombres despiadados. David no está teorizando, sino que sufre cosas que ninguno de nosotros pasaremos jamás.

2. Paloma y gallina

La reacción del salmista es huir y descansar: Salmos 55:6. David quiere huir de sus enemigos (como una paloma) y encontrar paz para poder ejercer el ministerio que en ese momento no podía cumplir, para ser Rey de Israel. Quizá David anhelaba los tiempos de paz cuando era un simple y desconocido pastor.

Pero rápidamente se da cuenta que las alas que necesita no son las de una paloma para huir, sino que necesita las alas de Dios para cobijarse bajo ellas. Aquí la imagen cambia de una paloma que vuela a una gallina protectora de sus polluelos (Salmos 55:22). Así cuando David se encuentra como un pelícano en el desierto, no hay que huir como una paloma, sino que debemos buscar las alas de Dios para que nos protejan. Dios es nuestro refugio.

¿Y como se hace esto de una manera real cuando estamos nosotros en angustia?

3. Polluelos

Cuando viene el riesgo, la gallina cacarea y extiende sus alas, y los polluelos escuchan la voz de su madre y correr bajo sus alas buscando protección.

Aquí encontramos una imagen perfecta de lo que sucede con la Palabra de Dios. Y para ponerlo en términos prácticos debemos hacer diferentes cosas:

1. Debemos reconocer el paralelismo entre el cacareo de la gallina y la Palabra de Dios. Ambas, por un lado advierten del peligro, y por otro trae consuelo porque hace saber que la protección está cerca. El problema es que debemos escuchar el aviso y atender a él, no intentar huir y resolver el problema por nuestra cuenta. Debemos pues querer escuchar ese aviso. La Palabra de Dios nos avisa de los p ligros, y también nos dice dónde debemos llevar nuestras angustias (Salmos 55:22). Dios no nos dejará, sino que sustentará a sus polluelos. Escuchemos la palabra de Dios.

2. Todo el cacareo no vale para nada si el polluelo está a otra cosa, obviando voluntariamente los avisos. Así, de nada valen las advertencias de Dios si nosotros estamos a nuestras cosas. ¿como corremos nosotros al Señor?

   A) Por la oración (Salmos 57:2, Salmos 55 - clamar a Dios). Así estamos llamados a correr hacia Dios en oración.
   B) Por la adoración (Salmos 57:7-11). La adoración nos lleva a Dios y nos pone bajo sus alas. Cuando no tenemos una Biblia a mano, podemos recordar los cánticos que hemos aprendido y así ponernos bajo las alas del altísimo.

Los himnos y cánticos de alabanza son importantes, porque nos beneficiamos por ellos del conocimiento del Señor.

3. También debemos descansar en el Señor. Los pollitos permanecen bajo las alas de la madre hasta que ha pasado el peligro. Así, los creyentes debemos permanecer en Dios para no volver a sentir la angustia de la opresión. En Salmos 57:7 lo expresa el propio david. El creyente, o viene de una batalla, o va a una batalla o está inmerso en una batalla. Por eso debemos permanecer en el Señor y buscar su protección y su misericordia. Debemos hacer de Dios nuestra morada, y esto es permanecer en él y buscar el cobijo que nos ofrece.

Dios no es una estación de servicio, donde vamos de paso. Dios nos dice que vayamos a Él y permanezcamos en Él. El Señor Jesús, en las últimas palabras de su ministerio hace una afirmación que tiene mucho que ver con esta imagen de Dios y de Su pueblo como ave protectora y polluelos (Mateo 23:37-39).

El tiempo de la gracia se acaba, y llegará el día que no habrá más oportunidad. Habrá un día en que lo siguiente será el juicio de Dios. Pero de nada vale todo lo que Cristo dijo si nosotros no prestamos atención. La tormenta va a continuar y nosotros debemos permanecer en él. Sólo hay una salida para vencer al gran enemigo (el pecado) y su consecuencia (la muerte). El peligro de no ir bajo las alas de Dios es que sufriremos Su ira.

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