EFESIOS 4 : 1 – 3.
Tema: Aspectos prácticos de la vida cristiana.
Introducción:
Qué pasaría si, cuando vais a la consulta de vuestro
dentista, os fijáis en las paredes de su despacho y descubrís que el título que
aparece colgado en la pared y que corresponde a aquél que va a meteros la mano
en la boca pone “Oficial de primera – mecanico. Especialidad: camiones de alto
tonelaje”?
¿Cuál sería vuestra reacción?
Cuando hablo con mis amigos acerca de la facultad, siempre
solemos hacer memoria de los momentos buenos: “peyas” al césped a descansar, te
organizabas el tiempo como querías, no tenías responsabilidades, .... en
definitiva..... una vida relativamente fácil. También solemos recordar los
momentos malos...... LOS EXAMENES. En los primeros años en la facultad tratas
de vivir bien sin estudiar mucho e intentar metértelo todo en la cabeza en
apenas 15 días................... y te das cuenta de que no puedes; es
imposible. Según vas repitiendo asignaturas te das cuenta de que hay que
estudiar mucho y sobre todo.... ser constante. Esto en general suele ser el
centro de las malas experiencias de un estudiante universitario: Las largas
horas estudiando, el no tener vacaciones ni fines de semana sin el agobio de
tener que estudiar.
Estas conversaciones son amenas y nos divierte mucho
recordar aquellos buenos y malos momentos, pero siempre llegamos a la misma conclusión: “lo que se aprende en la
universidad no vale para nada”. No hablo de la capacidad de asimilar y
aprender, o incluso de la “base” que se haya podido adquirir, que sin duda son
cosas que se obtienen en la universidad, sino de que cuando vas a pedir
trabajo, te cierran todas las puertas, porque te falta algo por aprender.... LA
EXPERIENCIA.
Si bien es cierto que lo que se aprende en la Universidad
es bueno y necesario, no es lo que usaremos en los trabajos posteriores. Debemos
aprender algo más que la teoría;
debemos aprender la practica.
Pues bien, Pablo nos ha enseñado durante más de 10 semanas (3 capítulos) cuál es la teoría de lo que somos en Cristo. Ahora, si nos
hemos estudiado la lección, podríamos examinarnos y obtener el “TITULO DE
LICENCIADO EN CRISTOLOGÍA APLICADA AL YO”. Sería un bonito papelote que
podríamos enmarcar y colgar en la pared (como Patri y Yo hemos hecho con
nuestros títulos de Físicos). Y ¿De qué nos valdría esto si no lo ponemos en
práctica?.
Lo que Pablo pretende es que este curso sea completo y no
se va a quedar en la teoría sino que, a partir de ahora, va a enseñarnos la
práctica. Si la
teoría no se aplica, se olvida. Esta frase en una de las pocas cosas
que recuerdo de lo que estudie en la
Universidad.
Lectura:
“Yo, por tanto, preso en el Señor, os ruego
que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados, con toda
humildad y mansedumbre, con paciencia, soportándoos los unos a los otros en
amor, haciendo todo esfuerzo para preservar la unidad impartida por el Espíritu
mediante el vínculo (que es) la paz”.
Desglose.
Recordáis lo que dijimos cuando hablamos de las prisiones
de Pablo en el capítulo 3. Recordemos:
· Pablo (el judío) era prisionero para beneficio de los
gentiles. EXTRAÑO.
· Ésta es una epístola del cautiverio porque Pablo estaba
(supuestamente) en la cárcel de Roma cuando la escribió (60 – 62 d.c.).
· Pablo era realmente prisionero por causa de Cristo
Jesús.
Pues bien, aquí Pablo comienza volviendo al tema de que él
“está preso en el Señor”. Cuando
alguien esta preso, esta recluido, confinado, sin poderse escapar del recinto
que lo contiene. Pues Pablo estaba preso en el Señor. Pero seguramente
esto también es un juego de palabras, ya que también estaba preso en la carcel,
por causa de la obra del Señor, y es esto lo que le da la autoridad del ejemplo
a seguir. Lo que llevó a Pablo a la cárcel fue el celo por vivir una vida
conforme al llamamiento que recibió en Damasco. ¿Alguien recuerda este
llamamiento en qué consistía? (Mensaje de Dios a Ananías – Hechos 9:15-17)
Predicar a los gentiles.
Es por esta razón por la que él es la persona más
cualificada para animarnos al resto a ser igualmente fieles a nuestro
llamamiento, o dicho de otra forma “a andar como es digno de la vocación con que
hemos sido llamados”.
¿Alguien tiene duda de cuál es el llamamiento general de
Dios a los no creyentes? (Arrepentirse y creer en Cristo para salvación)
Cuando un creyente es llamado a ser hijo de Dios, obtiene beneficios y bendiciones espirituales
por ello, pero a la vez también obtiene responsabilidad.
Adquiere la responsabilidad de comportarse como se espera de los hijos
adoptados por Dios: creyendo sus enseñanzas, confiando en sus promesas
y haciendo su voluntad. En cuanto a las bendiciones, ya las vimos en los
primeros capítulos: elección, redención, ser sellados, tener acceso al trono,
etc.
Pablo usa una frase meramente práctica: “os
ruego que andéis como es digno”. Este verbo “rogar” (parakaleo) lleva
el significado de llamar a alguien para que esté al lado de uno, con la idea de
ayudar o ser ayudado, y lleva implícito un sentimiento intenso y un deseo
fuerte. Pablo no está haciendo una sugerencia, lo que transmite es una norma
divina sin la que no se puede sostener una vida coherente con el hecho de que
somos hijos de Dios.
Además la palabra “andar” se usa con frecuencia en el N.T.
para hacer referencia a la conducta diaria, a la vida cotidiana. De hecho, es
de esto de lo que va a hablar Pablo a partir de ahora y hasta el final de
Efesios.
Somos hijos de Dios, como vimos en los 3 primeros
capítulos, hemos sido adoptados y hechos hijos suyos. Esta es nuestra vocación.
Dios es el que llama. “Ninguno puede venir a mí”, dijo Jesús, “si el Padre que
me envió no le trajere” (Juan 6:44). Pablo nos dijo en Romanos 8:30 que Dios...
“a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos
también justificó; y a los que justificó, a estos también glorificó” o como ya
vimos al principio de esta epístola “nos escogió en él antes de la fundación
del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él” (Ef. 1:14). Es
curioso, porque nadie puede salvarse si no es por recibir a Cristo como su
Salvador, pero ninguna persona puede escoger a Cristo si no ha sido escogida a
su vez por el Padre y el Hijo. “No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os
elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro
fruto permanezca” (Juan 15:16). Recordad que, como dice Romanos 3:10 “No hay
justo, ni aún uno; no hay quién entienda, no hay quien busque a Dios ... No hay
quién haga lo bueno, no hay ni siquiera uno”. También en 1 Corintios 1:18 y
2:14 “Porque la palabra de la cruz es locura a los que se pierden; pero a los
que se salvan, esto es, a nosotros, es poder de Dios... Pero el hombre natural
no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y
no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente”.
Por eso es necesario que Dios tome la iniciativa
haciéndonos un llamamiento.
Si nos fijamos, la idea de la unidad está presente durante
toda la epístola a los Efesios, empezando en el capítulo 1 con la unidad de
todos en Cristo en el fin de los tiempos (1:10) y siguiendo con la unidad de
Judios y Gentiles en una misma familia (2:13 y 14). Ahora, como tenemos que
vivir como creyentes dignos de la vocación con que hemos sido llamado, nos
anima a vivir en unidad dentro del seno de la familia cristiana. Pero lo hace
enfocándolo de una forma práctica, o mejor dicho de 5 formas prácticas que nos
llevarán a la unidad y la paz.
Podríamos preguntar “¿Cómo podemos vivir vidas dignas de
la vocación con que hemos sido llamados?”
Pablo nos contesta dándonos las primeras 7 descripciones
prácticas de la vida cristiana: humildad, mansedumbre, paciencia,
indulgencia, amor, unidad y paz. (4:2 y3)
En esta lista identificamos una serie de características
de un hombre cualquiera, normal y corriente. ¿Verdad?. No, estas
características son de un hombre cambiado por el Señor, de alguien que ha
nacido de nuevo en el Señor. Y fijaros que lo primero que pone es:
HUMILDAD:
Cuando una persona ha recibido tanto de parte de Dios, cuando el valor de lo
que ha recibido no puede expresarse con palabras, podemos reaccionar de dos formas,
con soberbia, o con humildad. Como cristianos, reconociendo a Dios, no tenemos
mas remedio que ser humildes. La humildad
ha sido llamada la primera, segunda y tercera esencia de la vida cristiana (Hendriksen).
Todos nosotros somos humildes, pero .... hasta un cierto límite, ¡¡¡porque no
somos TONTOS!!!. Pablo nos dice que la vida del cristiano debe ser vivida con TODA humildad. A Dios no le gustan las
cosas a medias: “o estas con Dios o estas contra él”. Y es esta característica,
la humildad, la que nos lleva directamente a la siguiente:
MANSEDUMBRE: El
individuo humilde es manso, y por tanto es lento para insistir en sus derechos.
Piensa antes de actuar y se da cuenta que ante Dios, no se tienen derechos.
Todos los derechos que podamos tener son adquiridos por gracia. Hechos 16:35 -
40. Ante los hombres se deben exigir nuestros derechos (tampoco somos trapos
que se puedan pisotear) pero no por ello hemos de apresurarnos a entrar en riña
por causa de ellos.
Y estas dos primeras características nos llevan sin
remedio a la tercera, la:
PACIENCIA: Para
ejercer la paciencia, es necesario ser humilde y manso. En el principio, los
cristianos debían ejercer la paciencia en grandes dosis: eran perseguidos,
maltratados, incomprendidos, asesinados y debían sufrir la crueldad de los que
no compartían su fe. Hendriksen hace un comentario a propósito de la paciencia
que nos puede dar que pensar. Dice: “no
era fácil en manera alguna la situación de una esposa cristiana casada con un
no creyente. Sin embargo, si su esposo quería vivir con ella en relación
matrimonial, la esposa debía permanecer con él y procurar, por medio de su
conducta piadosa, ganarle para Cristo”.
Esto mismo nos lo dicen las escrituras, y es que la
paciencia seria maravillosamente ilustrada en la vida de estas esposas.
Pero.... esta gracia también hay que ejercitarla con los de dentro de la
iglesia, porque todos tenemos faltas y debilidades. Antes de nada deberíamos
pensar en la GRAN PACIENCIA que tiene Dios con nosotros, y después ver si no
deberíamos nosotros también tenerla hacia el resto del mundo. ¡¡Debemos ser pacientes los unos con los
otros!!. Y esta paciencia debe ser seguida por la cualidad de:
SOPORTAR O SER
INDULGENTE: que a su vez va mezclada con el:
AMOR:
Textualmente nos dice: “soportándoos los unos a los otros en amor”.
Si nos fijamos en el contexto, no se trata de aguantar estoicamente las ofensas
del prójimo sin mostrar exteriormente
lo que sentimos. No se trata de “hervir en nuestro interior” mientras le
mostramos una amplia sonrisa a los que nos ofenden. Antes bien, Pablo habla de
que debemos soportar en amor. Podríamos referirnos a muchas partes de la
Biblia para justificar esto, pero me parecen particularmente interesantes los
siguientes versículos: Ro. 12:9 – 21.
La siguiente característica de la vida cristiana es la:
UNIDAD: Como
podemos observar, la unidad en el espíritu viene un poco de la mano del resto
de características. Difícilmente vamos a conseguir unidad si no somos humildes,
mansos pacientes e indulgentes, así como amorosos con nuestros hermanos. Es por
esto que debemos poner TODO nuestro esfuerzo en ello.
Y una vez mas Pablo no deja lugar a medias tintas,
especifica que debemos hacer TODO el esfuerzo para conseguirlo. Este esfuerzo
requerirá empeño, constancia y oración, pues
es unidad impartida por el Espíritu. Esta unidad es la que se describía en el
capítulo 2 entre judíos y gentiles (Ef. 2:14 – 16).
Vemos aquí que esta unidad es promovida por la:
PAZ: Cuando
existen contiendas y disensiones, hay falta de unidad. Por otro lado, la Paz
promueve la perpetuidad de la unidad. Vemos que Pablo habla de la Paz como
el Vínculo o lazo que une a los creyentes. Sea como fuere, la paz
espiritual es siempre el don del amor y da como resultado la unidad.
La exhortación para que los lectores vivan en amor y
unidad es seguida por una descripción de esta unidad. La unidad y todas las
características derivadas de ello se consideran derivadas del Espíritu, que ha
entrado a morar en los corazones de los creyentes y de allí retrocede al Señor
Jesucristo cuyo sacrificio vicario ha hecho posible el don del Espíritu, yendo,
por último, al Padre que ha dado a su hijo, y junto con el, al Espíritu. Pero
esto lo veremos el Domingo que viene.
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