domingo, 11 de enero de 2015

04. Los Peligros del pueblo de Dios: Vivir bajo la carga de la culpa.

Sermón de David Rivero predicado en la IBAO el 16 de Noviembre de 2014.
Título: 04. Los Peligros del pueblo de Dios: Vivir bajo la carga de la culpa. 
Lecturas:  Sal 32:1-6 (leemos todo el salmo)
Enlace al sermón en Audio.

Apuntes:



No hay ninguna carga más pesada que la carga de la culpa, y nadie en este mundo ha soportado esta carga más que el Rey David. David era un hombre conforme al corazón de Dios, pero que había caído también en los pecados más despreciables, y sus actos contra Dios tuvieron graves consecuencias en su vida, y le hicieron cargar toda su vida con la pesada carga de la culpa.

En este Salmo 32 vemos cómo David estaba perseguido por estos perros de la culpa (v.3 y 4) ya que este salmo fue escrito cuando aún no había confesado su pecado cometido con Urías y su mujer. Parecería que ya lo tenía todo, pero el sentimiento de culpa era muy profundo.

Como cristianos todos hemos tenido que luchar cuerpo a cuerpo en algún momento de su vida con este sentimiento de la culpa. Todos somos culpables de algo, tenemos alguna culpa sobre nosotros. ¿Que culpa está sobre tí? Mentiras, exageraciones, pensamientos impuros, engaños y demás pecados nos llevan a tener un sentimiento de culpa.

Pero, ¿cómo podemos aliviar este sentimiento de culpa? Hay alivio cuando entendemos...

- El propósito de la culpa
- La cura de la culpa.
- La necesidad de la culpa.

- El propósito de la culpa

La culpa es el sentimiento de alguien que ha quebrantado la ley. Esto nos lleva a entender algo básico: para tener sentimiento de culpa debe haber una norma objetiva, que esté fuera de nosotros, que marque lo que está bien y lo que está mal. Para los cristianos, la Palabra de Dios (La Biblia), es nuestra norma objetiva.

David en el versículo 1, al usar la palabra transgresión, está reconociendo que hay una norma y que él está al otro lado de la raya que se pone como límite en esa norma. También en el versículo 8. Las palabras transgresión y pecado nos indican que David reconocía que había retorcido y cambiado la norma para adaptarla a lo que a él le convenía. Pero el sentido de culpa le indicaba que lo que había hecho no era bueno.

El pecado es no vivir conforme a la norma que Dios nos pone, y eso es lo que le pasó a David.

Esto nos lleva a una contradicción: la sociedad defiende el relativismo, eliminando las normas absolutas e inamovibles. Las normas dependen de cada uno y lo llevan a un asunto subjetivo, pero al mismo tiempo tiene un sentido de culpabilidad enorme. Y ¿cómo llega a esta contradicción? Pues en primer lugar, no es tan fácil eliminar las normas, porque todos tenemos un sentido básico del bien y del mal que nos hace sentir la culpa del pecado. Dios nos ha puesto esto en cada uno de nosotros. Y esto es bueno porque el sentirnos mal con algo que hayamos hecho nos hace ver que hay una norma y que nos la hemos saltado.

Pero los hombres queremos lo mejor de ambos mundos: queremos quitar la norma (para hacer lo que queramos) pero no queremos sentir la culpa de la transgresión.

Al final podemos llegar a tener "sentimientos fantasma", es decir dolor en una parte del cuerpo que no existe (esto ocurre en personas amputadas). Y esto ocurre frecuentemente en personas que sienten la culpa por ciertas transgresiones en algo que no tienen. Y este temor y dolor fantasma no se puede evitar. Esta es la parte mala de la culpa: la culpa no resuelta. Si intentamos hacer cosas para intentar evitar nuestros sentimientos de culpaicada,  no resuelta solo pueden empeorar las cosas.

La culpa es como una alambrada electrificada, que nos indica que estamos fuera de los límites, y nos indica que algo está mal. Dios lo ha puesto en nosotros para algo, y no podemos obviarlo, está para indicarnos que hemos transgredido los límites establecidos.

- La cura de la culpa.

La cura de la culpa es confesar a Dios de forma abierta y sincera las causas de la misma, como hizo David en el v.5.

¿Qué significa confesar el pecado? Significa darle la razón a Dios y estar de acuerdo con Él respecto a ese pecado. David justificaba su pecado, y cuando llega al punto de la confesión, lo que hace es quitarse su propia razón y darle la razón a Dios. Dios y David estaban en lados opuestos de una valla, y ahora, por la confesión, David ha saltado al lado de la valla donde está Dios. Así David dejó de luchar contra Dios cuando confesó su pecado.

Esto, el saltar al lado de la valla donde está Dios, es lo que le sucedió a David cuando Natán le hace ver su pecado. Cuando es confrontado con Dios, dejó de justificarse, confesó su pecado y se puso de parte de Dios, reconociendo su error y dándo,e la razón a Dios.

- La necesidad de la culpa.

En el v.5 vemos que Dios perdonó el pecado de David. David recibió la certidumbre del perdón. Fue perdonado no como algo que podría suceder en el futuro, sino como algo que es hecho inmediatamente. David cuenta con esto como un hecho, como una realidad.

Y ¿cómo supo David que Dios le había perdonado? ¿Podemos entrar en la mente de Dios para saber esto? No. Lo sabemos porque Dios lo ha prometido (Sal 86:5). Dios prometió que perdonaría a todos aquellos que confesaren su pecado, a todos aquellos que invoquen de forma sincera Su nombre. Por eso David no espera que Dios le perdone, sino que es consciente en ese mismo momento de la realidad del perdón de Dios.

Nosotros podemos vivir vidas sin el gozo del Señor si no asumimos que Dios perdona nuestros pecados, y vivimos nuestras vidas cargando con el peso de la culpa por ese pecado. Dios perdona sin límites y de forma incondicional, y por eso debemos sentirnos perdonados, y perdonar mosotros también sin límites.

Hay muchos cristianos que no se perdonan a sí mismos incluso cuando Dios ya nos ha perdonado, y mientras hacemos eso, el Fiablo está feliz, porque estamos centrados en cargar con esa ulpa, en lugar de estar gozándonos por las bendiciones dadas por nuestro Señor.

Dios, cuando perdona nuestros pecados, los aleja de nosotros como el Oriente del Occidente (Sal 113:12). Dios no tiene amnesia, pero promete no recordar nuestros pecados ni traerlos, una vez que estos han sido perdonados. Así debemos regocijarnos en el perdón de Dios.

No debemos vivir nuestra relación con Dios como algo basado en los sentimientos. Los sentimientos están bien, pero no debo dejar que estos sentimientos me gobiernen, sino que lo que debe gobernarnos debe ser la Palabra de Dios. Lo que nos dirige (la locomotora) es la Palabra de Dios, y lo que la sigue (los vagones) son los sentimientos.

Por eso cuando Dios perdona un pecado no hay lugar para el sentimiento de culpa. Somos pecadores y perdonados, y el perdón cancela nuestro pecado, y cargar con la losa de la culpa es ofender e insultar a Dios, porque no estaremos creyendo a Dios cuando dice que nos ha perdonado.

El primer paso que debemos dar para dejar de soportar el peso de la culpa es reconocer nuestra transgresión. Al final, el sentimiento de culpa es esa protesta de parte del Espíritu Santo que nos dice que algo no está bien. Pero cuando reconozco mi pecado, lo confieso a Dios y acepto el,perdón de Fios, ese sentimiento de culpa se va derritiendo, se disipa, se pierde y al final desaparece. Lo que hace desaparecer ese sentimiento de culpa es la sangre de Cristo, es saber que nuestra deuda ha sido cancelada y no hay nada más que nosotros tengamos que añadir.

Este pasaje de la vida de David tiene muchas enseñanzas. Para evitar el sentimiento de culpa hay que estar del lado de Dios, pero si hemos transgredido la norma, si hemos cruzado la raya, tenemos que confesar nuestro pecado para que Dios lo perdone y no recuerde más nuestro pecado. Y si Dios no quiere recordar nuestro pecad, ¿que sentido tiene que nosotros lo recordemos?

Cuando estemos perseguidos por nuestros sentimientos de culpa debemos recordar que Cristo murió en la cruz para pagar mi deuda y que por eso nuestro pecado es perdonado y no hay más lugar para ese sentimiento de culpa, sólo hay lugar para el gozo del Señor.

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