domingo, 11 de enero de 2015

La promesa de Dios de permanecer con su pueblo.

Sermón de David Rivero predicado en la IBAO el 28 de Diciembre de 2014.
Título: La promesa de Dios de permanecer con su pueblo.
Lecturas:  Jer 29:1-13
Enlace al sermón en Audio.

Apuntes:


Cuando pasamos por momentos de dolor o aflicción podemos encontrar consuelo si un familiar nos dice que estará pensando en nosotros y no se olvidan de nosotros. Al usar esa expresión manifiesta dos cosas: 1) tenemos amor por esa persona y no nos es indiferente, y también 2) manifiesta nuestra impotencia, porque pensar en ese ser querido es lo único que podemos hacer, no podemos ayudarle más.

Así estas palabras que todos usamos y que todos recibimos con agrado, no significa nada en concreto. Pero en Jer 29:11 tenemos una frase parecida de parte de Dios para su pueblo, y viene a decirle más o menos "pensaré en vosotros". Pero hay una gran diferencia entre los pensamientos de Dios y los nuestros, porque Dios piensa en nosotros de forma continua, permanentemente. En ningún momento dejará de pensar en nosotros ( Psa 40:17 - el salmista refleja la idea de Jeremías).

Dios nos dice cuáles son sus pensamientos, y no son pensamientos para mal, como a veces hacemos nosotros, sino que son pensamientos de paz y son pensamientos poderosos, no como los nuestros que son impotentes. Dios tiene poder para auxiliarnos, por eso sus pensamientos son pensamientos de poder.

Ahora bien, el contexto de este versículo es una carta que envía Jeremías a los cautivos de Babilonia, gente que no lo está pasando bien, y cuyo cautiverio se había dicho que duraría 70 años. Y el pueblo de Israel está en Babilonia como castigo por el Señor, y además había 2 peligros: 1) falsos profetas, que proclamaban la falsa esperanza de que no había que escuchar a Jeremias, sino que debían luchar para liberarse por sí mismos, y 2) la desesperación de tener que esperar en ese cautiverio.

Así ,Dios tiene el propósito de que no desesperen y les manda esta carta para que no tengan falsas esperanzas, sino esperanzas bien fundamentadas. Cada año, al llegar el final de año, escuchamos mensajes que nos hacen tener falsas esperanzas, que nos hacen creer que al dar la vuelta al calendario las cosas van a mejorar. Pero Dios nos dice que el nos tiene en mente y que tiene un plan eterno para cada uno de nosotros. Por eso debemos tener esperanza fundada en Dios de que Él tiene las cosas controladas, y no debemos caer en la desesperación (Eph 1:9-11). El plan de Dios se cumplirá y debemos saber que este mundo de desorden está controlado por Dios. Y en el designio de la voluntad de Dios están todas las circunstancias buenas y no tan buenas que nos han sucedido. Todo ocurre conforme al plan eterno de Dios, y Dios nos tiene permanentemente en mente..... se acuerda de nosotros. Dios se apiada de nosotros permanentemente.

El pueblo de Judá estaba cautivo y Dios les manda esta carta, porque Dios no se ha olvidado de ellos, de forma que cuando el pueblo está en un país ajeno  y cuando pasean por calles que no son su tierra y cuando hicieran lo que hicieran, Dios estaba pensando en ellos, porque el propósito de Dios les incluía a ellos. Y de la misma forma Dios nos tiene presentes a cada uno de sus hijos, y estamos incluidos en sus designios eternos, en sus pensamientos, y aunque nosotros nos encontremos en circunstancias que escapan de nuestro control, y no veamos la salida, sabemos que Dios está en control, y que Él sí que conoce la salida y el propósito de nuestra circunstancia. Dios gobierna todo lo que nos sucede, no improvisa, sino que sigue su propio plan.

Psa 117:19 hace hincapié en este asunto. A veces nos quedamos perplejos preguntándonos por qué nos suceden algunas cosas. Preguntamos a Dios el por qué y para qué de lo que nos ocurre, pero debemos confiar en que Dios tiene un propósito bueno en aquello, aunque muchas veces reaccionamos en incredulidad.

Muchas veces nosotros mismos no podemos concretar nuestros pensamientos. A veces no sabemos que decisión tomar. Pero Dios no es así, sino que Dios ha hecho un pacto con su pueblo y lo ha sellado. Dios no duda, ni nada le sorprende.

Además los pensamientos de Dios conducen a un fin esperado. Los pensamientos de Dios son pensamientos de paz. Lo que sorprende es que Dios tenga pensamientos de paz para los hombres que han sido rebeldes contra él. Para entender esto debemos verlo a la luz de Jesucristo y del N.T.:

   • Col 1:15ss, presenta a Cristo como el Dios eterno que tiene toda la plenitud de Cristo. Y este Cristo (v20) fue puesto como mediador y reconciliador. Dios había elegido dejar un remanente de aquel pueblo de Judá, igual que hace con nosotros ahora.
   • Rom 4:24-25, nos aclara que Dios entregó a su hijo para nuestra reconciliación. Lejos de alejarse, Dios se acercó a su pueblo, y no ejerció el juicio que merecíamos sobre nosotros, sino que lo hizo sobre su propio hijo. Tenemos una reconciliación segura con Dios, pero el diablo nos pone la semilla de la duda y nosotros nos aliamos con ella. Por eso Dios manda esta carta a su pueblo, para que sepamos que todo está bajo su designio.
   • Jer 31:17, marca la esperanza para los que estaban en el exilio, y también la hay para nosotros.

1 Co 15 nos incita a permanecer firmes y constantes, sabiendo que nuestro trabajo no es en vano, aunque sea en Babilonia. Y ese es el propósito de Dios en nosotros: Ef 5:25, ser una iglesia Santa y sin mancha.

Nosotros sólo vemos nuestras circunstancias presentes y nos alarmamos, pero Dios ve el fin de las cosas. Y en nuestras circunstancias solemos escuchar a aquellos que nos dan falsas esperanzas y nos desesperamos, pero Dios ve el fin. Nuestro fin es la gloria con Dios. No sabemos que circunstancias tendremos que afrontar en el futuro. Habrá cosas que no están en nuestras manos, que tendremos que dejar en las manos de Dios.

¿Cuál debe ser pues nuestra respuesta a Dios si somos conscientes de todo esto? Debemos someternos a él, de forma que, en medio de las pruebas, podamos asirnos de las promesas de Dios y confiemos en el plan de Dios y en la victoria final. Sometámonos a la voluntad de Dios sean cuales sean las circunstancias. No hay nada que temer, porque todo sigue el plan de Dios. Y esta actitud nos lleva al gozo, al gozo de sabernos salvos por Dios, de saber que aquel que debe estar en control, lo está.

Tengamos pues en Dios esa sumisión, esa paz y ese gozo.

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